viernes, 26 de agosto de 2011

El Drama del Futuro (Introducción)

 PROLOGO DEL AUTOR

Ashley Montagú[1] en su libro “La dirección del Desarrollo humano”[2] reflexiona así:

“El hombre de hoy ha dejado de considerarse a sí mismo la preocupación de mayor importancia. La humanidad como nunca esta cerca de alcanzar grandes logros. Nuestros descubrimientos científicos y adelantos técnicos nos deslumbran, pero al mirarse a sí mismo, si lo hiciera,  ¿nos hemos acercado a la realización de un hombre que haga justicia, diga la verdad, y sea consciente de sus valores y potenciales?”

“La nuestra no es hoy una vida de satisfacción, sino más bien de caos y desconcierto, muy peligrosamente cercano a un estado de locura, no equivalente a la histérica locura de la edad media, sino más bien a una más análoga a la esquizofrenia, en la que se ha perdido el contacto con la realidad interior y el pensamiento esta divorciado del afecto.”

“En la escuela a los niños se les inculca que la honestidad, la integridad y la preocupación por el alma, deben ser los principios y valores que guíen su vida, pero la vida les enseña que seguir esos principios los convierte en soñadores e irrealistas. ¿Oyen nuestros hijos una voz que les diga a donde ir y para que vivir? Ellos sienten que la vida debe tener un significado, ¿pero cual?. Anhelan la dicha, la verdad, la justicia del mismo modo que cualquiera de nosotros. ¿Somos capaces de satisfacer sus anhelos?, ¿Somos capaces de satisfacer nuestros propios anhelos?”

“El hombre es el único animal que puede aburrirse, estar descontento, insatisfecho, o feliz y realizado, es el único para el que su existencia es un problema que resolver”

“El hombre no es libre de elegir entre tener o no tener ideales, pero si es libre de elegir entre distintos tipos de ideales, entre la devoción al poder y la destrucción o la devoción a la razón y al amor.”

Hace unos años fui invitado a dar una conferencia ante los miembros de cierta agrupación cultural del Distrito de La Molina, para la que escogí como título: ¿Es posible la esperanza? La misma conferencia, la repetí poco después, invitado por el Rector de la Universidad del Pacífico. Pasados los años, descubrí que había perdido las notas de aquellas conferencias y decidí recomponerla y ampliarla en este ensayo que pongo ahora en tus manos.

Quiero aclarar que cuando en este ensayo hablo de esperanza  no trataré de ella desde el punto de vista religioso. No trataré de la vida después de la muerte, ni de la fe en Dios. En este trabajo me interesa el futuro de la humanidad. Me interesa y me preocupa en que medida ese futuro depende de mí o de ti. Se trata entonces del desarrollo humano y el desarrollo de los pueblos.

En cualquier momento de la existencia humana el problema del futuro es fundamental. ¿Qué futuro nos espera? ¿Será el deseable? ¿Será el que fuerzas extrañas nos impongan? ¿Podremos dirigir nuestro futuro?

En ese contexto, este ensayo no puede ser otra cosa que antropocéntrico. De otra forma no tendría razón de ser, por cuanto lo que trataré es de demostrar que el futuro de la humanidad depende del hombre mismo y de la cultura de la que, a su vez, es gestor. El problema es el hombre y su realización.

Soy consciente que este ensayo generará reacciones diversas. Habré de enfrentarme primero, que duda cabe, a todos aquellos para quienes los hechos se originan por designios divinos, a aquellos para quienes es una mezcla que no logran definir, entre fuerzas sobrenaturales y factores aleatorios incontrolables. Por todos ellos declaro desde ahora mi más profundo e irrestricto respeto, pero yo no pienso así.

Tan sólo quiero pedirles, que frente a las ideas pongamos siempre una mente abierta. A mi solo me mueve la ambición de contar con un verdadero camino para el desarrollo humano y el de los pueblos, que es el que necesitamos para vestir al desnudo y dar de comer al hambriento y poner al alcance de todos lo que ahora les falta. Sólo si hacemos eso, es que estaremos cumpliendo con la creación y el encargo del creador.

Debo agradecer profundamente a dos amigos a quienes puse este trabajo en sus manos cuando todavía estaba a medio camino. Ellos, Fernando Correa y Antonino Espinosa lo leyeron y me alcanzaron sus puntos de vista que en muchos casos he considerado oportuno insertar y las faltas de claridad que he tratado de explicar donde se hacía necesario.

A ambos les agradezco profundamente.

Han pasado casi 5 años desde que empecé las primeras notas de este trabajo. Ha llegado el momento de entregarlo al juicio de quienes tengan la buena voluntad de leerlo.

Enero del 2006

ALM



[1] Ashley Montagú, Antropólogo americano, profesor de la Universidad de Harvard y Princeton autor de varios libros importantes.
[2] La Dirección del Desarrollo Humano: Las citas de este libro insertas en este ensayo corresponden la edición de 1961 de EDITORIAL TECNOS S.A. Madrid Traducido al castellano por María-Dolores López Martínez

No hay comentarios:

Publicar un comentario